6 de enero de 2011

La suerte ya está echada...

Hoy estuve revolviendo algunos papeles y cuadernos viejos...
Un poco para comenzar a hacerle orden al caos que se desató durante los últimos meses en mi habitación y otro tanto porque de vez en cuando me hace falta recordar entre líneas quién fui algunos años atrás, qué pensaba o quién me quitaba el sueño...
Me reí como loca rememorando algunos episodios...
Y otros tantos, directamente los pasé de largo...
Como parte de una lectura cruzada, salteada y fugaz encontré una frase que hizo eco en mis pensamientos durante el resto de la tarde y que mucho tiene que ver con mis últimas ideas:
"El 95% del éxito es esfuerzo; el 5% restante, suerte"
Creo que hasta recordé quién me la dijo y en qué preciso momento, pero eso sí que no viene al caso...
Lo que sí valió y creo que aún ahora le vale la pena, es la reflexión a la cual esta máxima me invita a hacer casi una década después de haberla escuchado por primera vez...
Y las mismas preguntas que en aquella oportunidad:
¿Cómo llamar a la suerte? ¿Cómo tengo igual o más suerte que otras personas?
¿Existe algún amuleto, conjuro, hechizo, talismán o encantamiento para dar con esa suerte que considero me hace falta para lograr el éxito que deseo?
¿Será que soy demasiado exquisita, ansiosa o ambiciosa? ¿O simplemente desafortunada para algunos asuntos?
Realmente no creo que para ciertas cuestiones y su resultante consecuencia, como por ejemplo el amor, se necesite esfuerzo... porque ¿podría confundirse con obsesión?
¿O es una cuestión de empeño y vigor coincidir en suerte y fortuna con ese otro que esperaba lo mismo?
Será por eso que sin ese 5% de ventura fortuita, la vida no está colmada de éxitos sino de constantes esfuerzos para estar preparados y salir airosos en caso de incendio...
Será cuestión de seguir trabajando en lo que amo, poniendo lo mejor de mí y a hacer las cosas con pasión más allá de los resultados...
Sublimando, diría mi terapeuta...
Después de todo, la suerte ya está echada...

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