31 de enero de 2011

Lágrimas negras

Por una extraña razón que aún desconozco o solo por una mera coincidencia que no viene al caso analizar, los lunes son realmente insoportables. Aún estando en vacaciones, sabiendo que no tengo que madrugar en una mañana gris que emerge después de una noche de tormenta, viajar en colectivo y todo lo que eso implica, los lunes tienen una nube densa difícil de sobrellevar.
Y por otro misterioso motivo, que me pone de peor humor que un mismísimo lunes, algunas personas desconocidas ponen en duda las decisiones que vengo planeando poner en práctica y posponiendo por un único motivo desde hace tantos años. A tal punto, que ni bien me llega el momento para canalizar y concretar las estrategias, me paro en el ojo de la tormenta, y sin ningún temor le hago frente a capa y espada con la mejor sonrisa.
Y son esas mismas personas quienes, para este caso en particular, tienen la sartén por el mango; son esos perfectos extraños los que cuestionan mi decisión, capacidad, disposición o genio y son los que tienen la última palabra para decidir si puedo o no concretar mi proyecto en el tiempo esperado.
Detesto depender del fallo de los demás; me repugna que otros lleguen a un acuerdo que no me permite elegir por y para mí misma.
Inevitablemente esos cuestionamientos provocan un sinfín de voces que comienzan a discutir entre sí dentro mi conciencia, intentando que esos prejuicios ajenos se conviertan en propios.
Y a su vez me pregunto cómo puedo ser capaz dudar de algo que anhelo desde lo más profundo de mi ser.
No se trata de un caprichito adolescente; ni de una excentricidad desmesurada; mucho menos de victimizarme frente a los demás.
Simplemente me pregunto por qué con cada paso que doy para avanzar, me encuentro con tantos obstáculos que desvían y frenan tanto la llegada hacia mi objetivo.
¿Estaré equivocándome en el camino que elegí recorrer?
¿Será que habrá un destino mejor del que yo creo posible?
¿O será que mi esfuerzo, impulso y energía se concentran en las posibilidades para otras personas?
¿Cuándo es que llega el momento en que mis planetas estén alineados y el destino escuche mi verdadera voz interior?
Realmente me cansé de hacer treguas con la vida esperando que llegue el momento esperado; ya no quiero distraerme buscando variables que llenen los espacios vacíos.
Estoy harta de hacer maniobras que justifiquen la postergación.
Me satura y me fastidia estar en una permanente búsqueda para lograr mis sueños y que ellos sigan esquivándome.
Es agotador mantenerme en la solitaria ola de la acción constante para alcanzar el éxito básico y personal.
Me pregunto por qué debería trabajar el doble que algunas personas, que con mucho menos esfuerzo lo han conseguido todo; y sin embargo estoy dispuesta a hacerlo porque no tengo sponsors; sé que este logro , como tantos otros, también dependerá de mí misma.
Pero la realidad es que sin una posibilidad y sin un suceso significativo que me otorgue una oportunidad, la independencia sigue siendo una frustración que me vale más de una lágrima.
Empiezo a dudar de que todo, todo llega a su debido tiempo.
Desconfío de este ritmo desparejo en el que me encuentro yendo y viniendo, en comparación a lo que veo y percibo en mi entorno más cercano.

Mientras tanto, hecho mi descargo, me llamo al silencio y
a la reflexión.

28 de enero de 2011

Fin de semana de fin de mes

Cuando llega el último fin de semana del mes y mi billetera está más flaca que nunca, tengo dos opciones: me deprimo y me acuerdo de todos los males existenciales o le saco un poco de brillo a mi creatividad.
Y aunque no siempre elija la opción más optimista, el solcito de este viernes me inspiró para pensar en un programa gastronómico que también pueda serle útil a ustedes.
Tres opciones fáciles, sencillas y económicas para recibir amigas, primas, sobrinos, hermanas, novio, marido y/o amante en casa... y ¡¡pasarlo 11 puntos!!
  1. Un Viernes Diferente: para salir de la típica pizza de los viernes, con 2 huevos, sal y pimienta a gusto, un chorrito de leche, queso fresco (o el que haya en la heladera) un tomate sin piel cortado en cubitos, 2 aceitunas negras, albahaca y perejil, salió un exquisito omelette caprese, que combina genial con tostadas, una ensaladita de rúcula y/o una copa de vino.
  2. Saturday Brunch: Cuando ya es muy tarde para desayunar y demasiado temprano para almorzar, hacemos un rejunte de lo que hay en la alacena y la heladera: galletitas de agua/salvado, queso crema, mermelada, algunas frutas, cereales, un rico café con leche, y un generoso tostado de queso en el pan que más nos guste (o tengamos a mano)... Y en el mejor de los casos, cambiamos el pan del tostado por medialunas de manteca...
  3. Merienda dulce: Para despedir el domingo o darle la bienvenida al lunes, hornear muffins de banana es la opción ideal para tomar la leche el domingo. En un bowl se mezclan 2 bananas maduras pisadas, con 3/4 taza de azúcar, 100 gr de manteca derretida, 2 huevos, 2 tazas de harina leudante, esencia de vainilla y 1/4 de taza de leche tibia; cuando se forma una pasta espesa está listo para disponer en pirotines de papel. Después de 25/35 minutos de horno moderado, ya están listos para comer. Si te gusta (y tenés en la heladera) se pueden untar con dulce de leche. ¡Son mis favoritos!

Seguro que alguna de estas ideas las pongo en práctica. Esta tarde ya tengo invitados.

Y sí, esto también es el Géminis Tour: un recorrido por los vericuetos en la cabecita de una mujer geminiana, que piensa de to-do.

27 de enero de 2011

Pero ¿el amor es más fuerte?

Pasan los días, los meses, los años y la verdad nunca dejo de sorprenderme cuando escucho ciertas historias de amor. En realidad lo que más desconcierto me provoca son sus respectivas justificaciones para sostener esas relaciones en el tiempo.
Según mi psicóloga tener capacidad de asombro es muy bueno...
Y quizás lo diga porque siempre, siempre, estos "asombros" hacen que me cuestione sobre mi propio ser; sobre mi personalidad, mis propias experiencias, mis anhelos y mis búsquedas...
Por lo general son preguntas que no adquieren respuesta de forma instantánea, sino que de alguna manera hacen que reoriente mi rumbo o siga firme en el que supongo es el correcto para mí. Me pongo al límite y dudo de todo: desde mi paciencia y tolerancia, hasta de mi conformidad o rebeldía...
Dudo tanto, que llego hasta el osado extremo de desconfiar en mi capacidad de amar...
Pero también pongo en tela de juicio las convicciones de quienes cuentan sus historias.
Sospecho de que sea amor o un capricho sostenido en una formalidad social; que sea producto del orgullo de no poder cerrar la puerta y comenzar un nuevo camino cada uno por su lado; que se juegue algo de la incapacidad de poner las cartas sobre la mesa y aceptar una derrota.
Y me pregunto cuánto más que a uno mismo se puede amar a otro; cuánto se es capaz de soportar y resignar para que esa "pareja" resista con el correr de los días; a qué precio y con qué costo se puede apostar a la unión.
Para algunas personas serán las peleas, las discusiones, los portazos y las valijas las que hacen que una relación se fortalezca... Para otros tantos, lo será el silencio, la indiferencia y la pasividad.
¿Alguien tiene la certeza; quién sabe la verdad absoluta de cómo funciona?
Siempre pensé que a una relación se le dice pareja porque aplica para todas las variables, con la misma intensidad tanto de un lado como del otro.
Pero mi abuela me diría que cada pareja es un mundo; un mundo tan íntimo como complejo. Y que cada uno sabe lo que hace.
Y parece que tiene razón, porque hay tantos conceptos, miradas y posturas sobre el amor y la pareja, como individuos en este mundo.
Por mi parte, digo que todo parece más fácil cuando se habla desde la comodidad del banco de suplentes siendo un corazón ajeno, con sus sueños e ilusiones el que se juega a todo o nada en la mitad de la cancha.
Pero también digo que probablemente yo reaccionaría de una manera distinta; que tomaría otras decisiones; que negociaría bajo otras condiciones y con otras reglas de juego; que el límite y punto final estarían entre las cartas de la primera mano. ¿Y quién podría juzgarme?
Tal vez sea esa la razón por la cual sigo sola, viviendo y proyectando a mediano y largo plazo una vida nada más y nada menos que conmigo misma.
Después de todo, no asumo tantos riesgos...

Sin embargo, no puedo dejar de preguntarme si no debiera ser el amor propio -sano, íntegro, sensato y honesto-, ese que se entrelaza con la autoestima, la seguridad y la confianza, el verdadero guía para lograr superar los obstáculos, mirar para adelante, aprender de los errores y buscar en otros horizontes nuevas personas que se comprometan con la misma intensidad y grandeza de la que se es capaz cuando se cree fervientemente que el verdadero amor, el que nace desde el corazón y no de la comodidad, es el amor más fuerte...

26 de enero de 2011

Otras cosas y casas que me inspiran...

Cuando lo simple parece posible...


Debo ser sincera: jamás se me habría ocurrido semejante idea. Simple, decorativo, original, vistoso y barato. Con una silla que ya no puede cumplir su función, una canasta, plantas, flores y poco de imaginación, ¡¡todo se puede!!



Otro ejemplo de simplicidad en una habitación, que podría ser el living de un armonioso y sencillo loft. La jugada combinación de colores ponen de manifiesto que la sobriedad no siempre se viste de blanco.





Esta imagen me convoca a fantasear con uno de mis sueños recurrentes desde algunos años: mi propio restaurante.
No caben más palabras.
Sólo hay que dejarse llevar, y que todo fluya.

25 de enero de 2011

GH 529

Vacaciones en Buenos Aires: poco y nada para hacer.
Mucho menos sin plata para gastar.
Algunas salidas, reuniones, cumpleaños, visitas...
Pero nada que en definitiva resulte súper interesante.
El calor de estos últimos días hizo que me pareciera más que nunca a una especie animal con efecto invernadero, desparramada en la cama con el aire acondicionado directo a la cara, notebook en la falda y TV encendida. Pero decidí no ver noticieros para no enterarme de las malas noticias ni de la sensación térmica en los barrios porteños; sólo veo y escucho frivolidades.
Trasnocho. Mucho. Disfruto la tranquilidad y quietud de la madrugada viendo videos, leyendo o escribiendo - tal como lo estoy haciendo en este preciso momento.
Algo sobre este descansado estilo de vida y el excesivo tiempo para pensar en cualquier, pero cualquier cosa, posibilitó que me imaginara y cuestionara situaciones delirantes sobre mí misma.
Indago páginas de decoración, miro videos en Youtube sobre técnicas de pintura y pátinas en madera, fantaseo con el nuevo trabajo, me veo en mi próxima casa, deliro con mi futuro novio, visualizo un posible viaje, la casa de té en funcionamiento y un vestido de fiesta para el casamiento de mi hermana...
Cosas que puedo permitirme sólo en vacaciones.

24 de enero de 2011

Cosas y casas que me inspiran...

Una combinación perfecta de objetos antiguos, modernos y reciclados, en un espacio luminoso, solemne y admirable para recibir a los seres más queridos y agasajarlos con la calidez del hogar.





El pasillo de una casa es el nexo con otros espacios; un vínculo que abre puertas y conecta situaciones... Aquél pasillo que huela a vainilla y canela, será un pasillo capaz de conducir a todos los sueños posibles...




Uno de los ambientes, si no el más importante y cálido de la casa; la cocina es el lugar donde se mezclan las texturas, los aromas y sabores para darle origen al alimento del cuerpo y del alma.




19 de enero de 2011

PCRA

PIDO
CREO
RECIBO
AGRADEZCO
Como una oración religiosa, visualizo lo que quiero de mi futuro y lo recibo en el presente.
Me apoyo en mi prodigiosa inventiva, mi reflexión, mi risa, mi capacidad de jugar, de combinar y vincular de una y mil formas todo lo que existe.
Me encuentro con las respuestas necesarias sin perderme en caminos paralelos.
Llega a mí la información que necesito.

18 de enero de 2011

Mirame, mirame, mirame...

¿Qué nos dicen las miradas? ¿Todas nos dicen algo? ¿O será que cada uno le encuentra el significado que más le conviene?
Es cierto que hay personas que no necesitan hablar para expresar sus sentimientos... De hecho, yo soy una de esas personas. Siempre me caractericé por esta virtud, aunque reconozco que más de una vez me jugó en contra porque son demasiado expresivas y poco disimuladas... Simplemente surge cuando es algo que quiero transmitir, en el instante que siento que sobran las palabras o que no pueden decirse en ese momento.
Lo cierto es que las miradas nos dicen muchas cosas. Pueden estar cargadas de amor, de alegría, de enamoramiento, de felicidad, satisfacción, tranquilidad; pueden ser sinceras, transparentes, profundas o pueden contener bronca, angustia, tristeza, aburrimiento o enojo.
También están las miradas vacías, esas que no tienen nada para mostrar; las miradas oscuras, turbias, duras, apagadas, difíciles de interpretar. Preferimos no ver esas miradas, hacen mal, dan miedo, nos llenan de energía negativa... ¡Nos dan mal de ojo!
Y cuántas otras veces esquivamos miradas porque nos dan vergüenza, confusión, pudor...
No me resulta hablar objetivamente de las miradas, quizás porque una de ellas me dejó pensando demasiado, con un interrogatorio abierto donde por ahora no soy yo quien tiene la verdadera respuesta... Y menos aún, tan inmediata como pretendo...
Mi abuela diría: a buen entendedor, pocas palabras.
Y yo le agrego: y una buena mirada...

17 de enero de 2011

Es la hora de bailar

Siempre supe que el ritmo del cuerpo al compás de una música que más nos gusta cambia el humor y renueva el ánimo. El baile se da como ese movimiento ideal que pone en eje las hormonas, el sistema circulatorio y cada músculo del cuerpo incluidos los de la cara.
Hace un tiempo, no recuerdo cuánto, propuse la idea de juntarnos para bailar en grupo y liberarnos de la mufa semanal de una manera diferente. La idea no prosperó por falta de tiempo, coordinación o parecer ridículo. Y la verdad es que yo también pocas veces me tomé el tiempo para bailar al compás de mi música favorita sin público observador más que el de mi propia imaginación.
A veces liberarme de los estigmas y dejarme llevar por la descabellada locura de hacer lo que se me da la gana sin perturbar a los demás, me cuesta más de lo que quisiera.
Hoy lunes, me propongo arrancar la semana en movimiento y de a poco volver a la práctica del baile cotidiano y desalineado. Danzar sin disciplina ni censura alguna con el sólo objetivo de hacer desaparecer cualquier tensión física o psíquica; con la alegría de volver a sentirme como una adolescente desinhibida y descontrolada para alimentar el espíritu treintañero con nuevas vibraciones.
¿Y ustedes, se animan a bailar frente al espejo de sus casas?
Después me cuentan...

14 de enero de 2011

Un viernes cualquiera...

Estuve pensando en los beneficios que tendrían salir de mi casa en vacaciones...
Tardaron un tiempo en aparecer frente a mí las imágenes de los atributos positivos de la cuestión, pero el ejercicio me trasportó hacia algún lugar relativamente cerca donde logré visualizarme relajada y pasándola bien...
Colectivo de por medio volví a Palermo, el barrio en el que vivo los meses del año que no estoy de vacaciones.
Hice un paseo relajado, recorriendo con detalle las vidrieras de ropa, zapatos y carteras; sin reloj ni apuntes pesados en la cartera... Liviana y atemporal...
Cuando consideré que ya lo había visto todo, elegí un sillón mullidito en el bar que supo ser mi segundo hogar durante largas horas de estudio... Disfruté el iced lemmon tea de frutos rojos acompañada de mi lectura placentera con "La historia del loco".
Me desconcentró un llamado en el celular.
Buenas noticias en el momento más placentero de la semana...

13 de enero de 2011

Jardinería práctica

Hoy me levanté con ganas de crear algo distinto a lo que suelo hacer habitualmente.
Busqué alguna receta nueva para preparar, pero ninguna terminó de convencerme... Así que me pareció un buen momento parasalir del ámbito de la cocina y descubrir los secretos de las plantas de mi jardín...
Me di una vuelta por el Easy y compré macetas de varios tamaños, pinturas de colores estridentes, tierra fértil, unas piedritas que me recomendaron para poner en el fondo de la maceta, papeles con diseños vintage para hacer decoupage y plantines de lavanda, tomillo, salvia y menta para darle origen a mi huerta chic.
Quizás no sea demasiado original en la decoración elegida, pero sí lo es mi iniciativa en una temática tan nueva para mí como lo sería la física cuántica... De paso, ocupo buena pate de la tarde esperando que empiece el nuevo capítulo de Contra las Cuerdas, una ficción que me está devolviendo la imaginación y la inspiración para volver a escribir...

12 de enero de 2011

Todo concluye al fin...

Tuve que ser alentada para poder terminar de escribir esta historia...
Cada vez que volvía a releerla me daba como una especie de arrepentimiento parecido a los que te dan cuando contás un secreto que prometiste guardar...
Quizás, porque la historia de "amor" con El Patrón no fue vox populi en aquel momento, o porque incluso después de siete años aún conservo parte del pudor por el escándalo que causaría si cierta gente se entera... O porque, al final, las cosas no resultaron ser ni parecidas a lo esperado...
Ese mismo jueves, después de subirme a su auto y partir hacia algún restaurante de Palermo (en aquel entonces no era tan multitudinario) El Patrón y yo entablamos una conversación de lo más relajada y divertida. Llegamos a Morelia y elegimos una de las mesas más alejadas del salón...
Mientras el mozo nos abría el vino tinto, yo atendía un llamado programado para confirmar que estuviera todo bien... cosas que solemos hacer las mujeres durante una primera cita.
Brindamos y uno de los primeros comentarios que hizo, fue halagar la tranquilidad que transmitía con mi mirada, lo cual fue algo que le había llamado la atención desde la primera entrevista y que justamente por esas miradas, había sentido que yo tenía que ser la persona que ocupara el puesto. Y así comenzó a contarme todo lo que le pasaba conmigo: que sentía que me conocía de toda la vida; que le transmitía una energía diferente a las demás personas; que cada vez que estaba cerca mío sentía paz y cosquillas al mismo tiempo; que los saludos de la mañana se la habían vuelto como una especie de adicción para olerme más de cerca el perfume; y que no podía evitar pedirme llamados o que le llevara cosas a su oficina, porque era como una especie de recreo...
- Y cuando esta mañana te encontré tan temprano en el ascensor, decidí que de hoy no pasaba la invitación...
- ¿Tan seguro estabas de que te iba a decir que sí?
- Tenía un 80 y un 20% de probabilidades... Obvio que el 80 era de un sí... Pero podía suceder que eligieras alguna alternativa de ese 20, y no porque no quisieras salir conmigo sino porque hoy realmente no podías...
- ¿Y qué hubiera pasado si te pedía que lo dejáramos para otra ocasión porque para hoy ya tenía programa armado?
- Probablemente nunca más te habría dicho algo... Así me estuviera muriendo de ganas; así me estuvieras comiendo la cabeza; así hubiera sabido que me decías que no porque te daba vergüenza o lo usabas como estrategia...
- En realidad a esta altura ya no sé si es raro que te haya dicho que sí... Sólo que me parece que todavía no quería darme cuenta de lo que estaba pasando entre nosotros...
- ¿Y por qué aceptaste entonces?
- Porque la forma en la que me mirás, no es común... Al principio me parecía una mirada "rara", tan rara como seductora, vergonzosa, perpicaz... Me costó definir tu mirada y aceptarla mucho más todavía...
- Es que cada vez que te miro me pasan cosas...
- Definí cosas...
- Es difícil con palabras muñeca...
Esa frase nos invitó a un breve silencio, que en realidad decía mucho más de lo que no se escuchaba... Cuando cada uno terminó de tomar su té de mango, El Patrón se encargó de pedir la cuenta, pagó y nos fuimos... Cruzamos la calle tomados del brazo y ese breve y pequeño contacto físico hizo que notara cierto nerviosismo cargado de ansiedad.
Llegamos al auto y sabía que algo más estaba por suceder... El Patrón se había quedado sin palabras para explicarme esas "cosas" que yo quería conocer y era de lo más raro en una personalidad tan locuaz como la suya... Después de su caballerezco acto de abrir la puerta del coche, rodeó mi cuello con sus manos, me agarró suavemente de la cara y lentamente me besó en la boca. Un beso que me puso tan nerviosa como excitada... Un beso que transcurrió en una perfecta sincronía, con ritmo y armonía. Esos mismos besos suaves y tiernos que se pusieron más intensos, más fogosos, más húmedos... Besos descontrolados a los que se le sumaron las caricias de nuestras manos y las palabras que brotaban de nuestra imaginación...
Y así transcurrieron los quince meses que duró este amor prohibido; quince meses entre escapadas en horarios de almuerzo, tardes interminables enredados en las sábanas de los hoteles que contenían esa pasión...
Una pasión que se fue apagando por las mismas razones por las cuales se había encendido.
Un entusiasmo que se desgastó por el paso de la rutina escondida, callada y disfrazada.
La emoción que transcurrió durante el tiempo en que la luz de nuestras miradas se mantuvo encendida cada vez que se encontraron.
La experiencia necesaria para creer que el amor surge, sucede y te atraviesa... Así, en el momento menos pensado y de quien menos lo esperamos.

11 de enero de 2011

Amor prohibido (Bis)

Volvió a suceder lo del beso en el borde de la boca...
Pero aquella vez fue más zarpado, más apretado, más beso robado...
Incluso yo me sentí diferente cuando sucedió, como si en ese momento la oficina girara en diferentes sentidos y velocidades... una mezcla de adrenalina, placer y continencia juntas difíciles de controlar.
Esa tarde fui a terapia. Analicé la situación desde todas las aristas posibles. Por momentos mi voz era temblorosa, nerviosa e inquieta... De repente se convertía en segura, enérgica y animada. Logré descartar varias situaciones que hasta ese momento creía que eran los impedimentos para creer que una relación con El Patrón era posible...
En realidad, lo que más miedo me daba era la posibilidad de enamorarme de una persona que ya tenía lo que a mí me habría gustado construir con un hombre...
De todos modos no tenía la certeza de que ese hombre fuera El Patrón: sólo tenía manera de saberlo si me arriesgaba a correr en vez de caminar, con todo lo que correr implicaba...

El jueves llegué más temprano de lo usual a la oficina porque había un evento muy importante y El Patrón me había asignado la organización como una muestra de confianza. Aproveché la ocasión y me vestí con la mejor ropa que tenía. Quería lucirme y devolverle el gesto con eficiencia.
De casualidad, me lo encontré. Nos saludamos como todas las mañanas y nos quedamos enfrentados, mirándonos a los ojos. No pudo disimular observarme de arriba a abajo, percatándose de todos los detalles... Por suerte eran sólo dos pisos...
Entramos a la oficina y cada uno se fue para su escritorio.
La mañana transcurrió de a aquí para allá, yendo y viniendo con tazas, platos, jarras y bandejas repletas de comida.
Y a cada rato cruzándome con El Patrón por algún pasillo, mostrándose con ganas de decirme algo, pero sin llegar a concretarlo...
Cuando la gente comenzó a retirarse, El Patrón se convirtió en una máquina de pedirme cosas: llamados, papeles, agenda. Nombres de gente que ni siquiera tenía agendada, documentos que no sabía ni dónde buscar...
Tenía el humor bastante alterado por no poder hacer las cosas en tiempo y forma, hasta que me enteré que mi ahijado estaba a punto de nacer... ¡Qué felicidad! Pero el teléfono seguía sonando sin parar y cada vez que veía el nombre de El Patrón en el visor de mi teléfono, me daba una mezca de nervios, ansiedad y tensión. ¿Qué le pasaba a este hombre? ¿Por qué no paraba de estar tan demandante?
Fue en uno de sus tantos llamados que me preguntó cuál era mi horario de salida y que
antes de irme por favor fuera hasta su oficina porque quería charlar conmigo dos minutos...
Automáticamente miré el reloj y faltaban quince para las cinco de la tarde. ¿Cómo hacía para aguantar las casi dos horas que restaban hasta saber qué era lo que quería decirme?
Una de las primeras cosas que pensé, fue que algo respecto de la organización del evento había salido mal; que no había sabido aprovechar bien la oportunidad que él me había dado y que no volvería a estar a mi cargo para la próxima vez... Pero a la vez me sonaba absurdo. Era que en realidad no quería darle paso un paso real y concreto a mis pensamientos, imaginaciones o fantasías... No quería o no me atrevía a pensar que todo lo que había estado esperando hasta ese momento podía suceder esa misma tarde, dos minutos antes de irme a mi casa...
Todavía faltaba media hora para la hora de irme y como había recibido unos sobres a su nombre, me pareció la excusa ideal para ir hasta su oficina sin tener en cuenta su pedido.
Respiré profundo, me relajé, caminé con firmeza y con actitud entré a su oficina.
Él estaba parado cerca de la puerta y se sorprendió cuando me vio. Me pidió que cerrara la puerta y me sentara. Mientras leía la carta que le había dado y yo me sentaba en el bode de la silla a punto de comerme todas las uñas, me pregunta:
- ¿Qué tenés que hacer esta noche?
En ese preciso instante se me cruzó mi ahijado a punto de nacer, la cena con mi prima y sus amigos después de sus vacaciones en Brasil y un par de excusas creíbles que pudiera decirle en menos de tres segundos...
Sin embargo respondí:
- ¿Esta noche? Nada... ¿Por qué?
- Vamos a cenar entonces, ¿querés?
- ¿Una cena de trabajo?
- No, trabajo no. Quiero charlar con vos de algo especial que siento que hay entre nosotros...
Casi de forma instantánea, bajé la mirada y empecé a hacerme un rulo en el pelo como cada vez que me pongo nerviosa...
- La verdad es que me sorprende bastante lo que me decís...
- ¿En serio? ¿Por qué?
- Y... porque sí... porque sos mi jefe... y...
- No, no... ¿Esas excusas muñeca? ¿Vamos o no?
- Sí, claro... vamos.
Atravesé el pasillo y sentí como todos mis miedos se esfumaban como por arte de magia.
Pasó a buscarme puntualmente por la dirección que le había dado.
Era una noche cálida, yo estaba serena.
Y creo que el cielo estaba iluminado de estrellas...

10 de enero de 2011

Amor prohibido

Ese febrero fue uno de los más calurosos que recuerdo.
Quizás no sólo por la insoportable temperatura que se vivía en la ciudad de la furia, sino también por lo que mi intuición me estaba demostrando...
Me había organizado algunas actividades para después de la oficina con tal de distraerme un poco y no pensar demasiado en cosas que hasta el momento me parecían imposibles...
Es cierto eso que dicen que lo prohibido nos atrae, nos tienta... e incluso esa sensación de querer y no poder, tiende a transformarse en algo placentero...
Y en mi caso particular, debo decir que por aquel entonces fantasear con El Patrón se me había vuelto una especie de combustible que alimentaba cada vez más mi osadía...
Y como si eso fuera poco, sentía que no podía compartirlo con nadie...
Pensaba en todas las cosas que me dirían si compartía mis sensaciones: que todo era fruto de mi inmensa imaginación; que no me metiera con un tipo casado; que era casi mi jefe; que es más grande que tu viejo; que te puede hacer perder el laburo y bla, bla, bla...
Tenía un pequeño candombe dentro de mi cabeza con voces "ajenas" que me aturdían y me frenaban de hacer y decir ciertas locuras...
Sin embargo esas mismas voces se volvían mudas cada vez que veía cómo él me miraba...
Intentaba controlar mis gestos, miradas, risas y sonrisas, y el tono de mi voz cuando nos cruzábamos en algún pasillo o en el ascensor...
Procuraba dominarme a mí misma cuando notaba que sus saludos se acercaban un poco más a mis labios...
Pero era algo que me desbordaba porque sentía que todo era posible dentro de mi cabeza aunque fuera clandestino, secreto, silencioso y a escondidas...
Si podía imaginarlo, ¿por qué no podría concretarlo? ¿Qué o quién o quiénes me lo impedirían?
Sin lugar a dudas, esa historia era una locura...
Y a pesar de eso, cada día que pasaba me sentía más dispuesta a vivir esa gran locura, la más arriesgada, la más emocionante, la más loca de todas...
¿Acaso la historia con El Patrón no era la más acertada para volverme loca?

7 de enero de 2011

¿Causalidad o destino?

El amor surge, sucede y te atraviesa... Así, en el momento menos pensado y de quien menos esperamos. Y esta historia, podría explicar muy bien el por qué.

El primer día del 2004 fue igual a cualquier otro de los anteriores: almorcé con mami, jugamos a las cartas y después de bañar a Franco nos fuimos a ver pelis tiradas en el sillón.
Hacía seis meses que estaba buscando trabajo. Después de tomar la decicisión de sacarme la esponja de la oreja, comencé a buscar nuevas alternativas pero no me estaba resultando tan fácil como supuse. Mientras esperaba "el empleo", daba clases particulares en mi casa y con eso me bancaba los viáticos y apuntes de la facultad y la terapia, por supuesto.
Como en el verano la búsqueda se hacía más complicada me había puesto como fecha límite el 15 de enero: si para esa fecha no me contrataban de alguna organización, comezaría a dedicar mi tiempo a quienes más lo necesitaban brindando mi trabajo voluntario en algún comedor o centro comunitario.
Pero justo un día antes del plazo establecido, coincidí con el perfil buscado por una organización sin fines de lucro dedicada al negocio publicitario y firmé contrato por tres meses para demostrar mis habilidades como recepcionista y secretaria.
La oficina estaba ubicada en el barrio del Congreso, a 25' de colectivo desde casa, a 12 cuadras de la facultad y a la vuelta del consultorio de mi analista. Mejor imposible. El sueldo me cerraba y la bienvenida fue de una manera muy cálida y familiar.
La sensación era de ser nuevamente una persona íntegra, que volvía a la civilización, que estaba inserta en la sociedad, que pertenecía y eso indudablemente, hacía aumentar mi confianza y autoestima.
Durante la primer semana aprendí la mayoría de las cosas que tenían que ver con mis quehaceres, aproveché los baches del verano para empaparme sobre la misión y objetivos de la institución y hasta me animé a pedirle más tareas al Gerente General para que las horas se me pasaran más rápido.
Esa misma persona, quien de ahora en más será llamado El Patrón, fue quien me había entrevistado la primera vez y quien después de darme la bienvenida me explicó lo inherente a mis tareas: quiénes podían pedirme cosas y qué esperaba de mí para que todo transcurriera en orden.
Desde esa reunión percibí una conexión diferente con El Patrón, como que podía contar con él para lo que necesitara. Una suerte de confianza, certidumbre y protección sostenidas por una mirada cálida y dirigida.
Por aquel entonces El Patrón comenzaba a estrenar la década de sus 50, estaba casado por tercera o cuarta vez con una mujer sólo un año más grande que yo y juntos tenían un niño de dos años. Tenía esa información por haber cruzado charlas de almuerzo o instantáneas de pasillo...
Como yo solía ser la primera en llegar a la oficina, se le había hecho costumbre pedirme que le llevara el mate a su escritorio y quedarnos conversando cada día un ratito más sobre cosas del trabajo y tantas otras sin sentido.
Mi nombre fue reemplazado por "Muñeca" y cuando solía pasar por detrás de mi escritorio me rozaba los hombros o el pelo con el ¿único? fin de pedirme algún favor...
Con el correr de los días, cada saludo de "buen día" y "hasta mañana" se volvieron los más importantes de la jornada, porque el modo en que El Patrón me tomaba de la cintura para darme la bienvenida o despedirme, me producía una adrenalina, que hasta ese momento no le podía o no quería encontrar un sentido cierto...
Comencé a dudar de mí misma; dudar de este poder que tengo para fantasear en gran escala sin limitaciones, contra creer que había incuestionables señales en sus miradas, gestos y sonrisas...
Pero sencillamente no podía estar dentro de mis posibilidades reales.
Era El Patrón: el jefe de mi nuevo y flamante trabajo.
Estaba casado.
Me doblaba la edad.
Y era mayor que mis padres...
Sin embargo, nada de eso pareció importarme el jueves que me invitó a cenar...

Continuará...

6 de enero de 2011

La suerte ya está echada...

Hoy estuve revolviendo algunos papeles y cuadernos viejos...
Un poco para comenzar a hacerle orden al caos que se desató durante los últimos meses en mi habitación y otro tanto porque de vez en cuando me hace falta recordar entre líneas quién fui algunos años atrás, qué pensaba o quién me quitaba el sueño...
Me reí como loca rememorando algunos episodios...
Y otros tantos, directamente los pasé de largo...
Como parte de una lectura cruzada, salteada y fugaz encontré una frase que hizo eco en mis pensamientos durante el resto de la tarde y que mucho tiene que ver con mis últimas ideas:
"El 95% del éxito es esfuerzo; el 5% restante, suerte"
Creo que hasta recordé quién me la dijo y en qué preciso momento, pero eso sí que no viene al caso...
Lo que sí valió y creo que aún ahora le vale la pena, es la reflexión a la cual esta máxima me invita a hacer casi una década después de haberla escuchado por primera vez...
Y las mismas preguntas que en aquella oportunidad:
¿Cómo llamar a la suerte? ¿Cómo tengo igual o más suerte que otras personas?
¿Existe algún amuleto, conjuro, hechizo, talismán o encantamiento para dar con esa suerte que considero me hace falta para lograr el éxito que deseo?
¿Será que soy demasiado exquisita, ansiosa o ambiciosa? ¿O simplemente desafortunada para algunos asuntos?
Realmente no creo que para ciertas cuestiones y su resultante consecuencia, como por ejemplo el amor, se necesite esfuerzo... porque ¿podría confundirse con obsesión?
¿O es una cuestión de empeño y vigor coincidir en suerte y fortuna con ese otro que esperaba lo mismo?
Será por eso que sin ese 5% de ventura fortuita, la vida no está colmada de éxitos sino de constantes esfuerzos para estar preparados y salir airosos en caso de incendio...
Será cuestión de seguir trabajando en lo que amo, poniendo lo mejor de mí y a hacer las cosas con pasión más allá de los resultados...
Sublimando, diría mi terapeuta...
Después de todo, la suerte ya está echada...

4 de enero de 2011

Voces del alma

Camino por una callecita tranquila.
Reconozco los aromas a mi alrededor.
El único ruido posible de oír es el de los pájaros y la brisa que se cuela entre las hojas de los árboles...
Una camioneta gris se detiene a mi lado.
Reconozco al conductor, le sonrío y me acerco lentamente.
Me ofrece un beso tierno, fresco y cariñoso...
Detiene el viento en mi flequillo y me mima en el mentón...
¿Estamos sólos?
Sí. Juntos, él y yo.
Siento nervios y cosquillas; cierta emoción y agitación...
Su mirada me atraviesa con la inercia de su entorno...
Quiere verme cuanto antes; dice que no puede esperar...
Conocemos dónde encontrarnos...
Intuimos cuándo descubrirnos...
Acepto su propuesta...
Desliza su huella en mis labios y sigo mi camino.

3 de enero de 2011

La historia del loco

No hay mucha creatividad ni originalidad en ponerle ese título a un libro...
Anticipa de antemano de qué trata la historia: de un loco, por supuesto.
Pero jamás me animé a pensar lo interesante y "divertido" que puede resultar un relato desde la perspectiva de un bipolar esquizofrénico, aunque resulte un narrador poco fiable.
Sin embargo, lo más inquietante y amenazador de la locura es la seguridad, convicción y firmeza con la que se comunica hacia los demás; la fuerza que utiliza para persuadir sobre razones efímeras y poco creíbles...
¿Quién no se sintió atraído alguna vez por un "loco lindo"?
Del mismo autor que "El Psicoanalista", tengo compañía para unos cuantos días de verano...
Un poco de ficción para alimentar y despegarme de la realidad de la furiosa city porteña...
Después de todo de poetas y locos, todos tenemos un poco...
Y creo que este blog puede ser la prueba perfecta...

2 de enero de 2011

Quietud...

Ni frío ni calor: tibio.
Ni blanco ni negro: gris.
Ni redondo ni cuadrado: ovalado.
Ni remoto ni cercano.
Ni penas ni olvidos.
Así transcurren los días, en el medio de las emociones.
Esquivando las desilusiones, pero también las utopías.
Lo cierto es que no se "trata" de hacer o no hacer, simplemente se hace o no se hace...
Se dice o se calla.
Se apuesta o se pacta.
Y así estoy, como en una encrucijada que intenta definirse...
Faltan cosquillas, agitaciones, vibraciones, dulzura, alientos, locura...
Falta el combustible para arrancar...
Aquello que le dé el verdadero sentido a la libertad de vivir ¿como quiero?...
Creo que el amor es aquéllo que podría avivar esta quietud pasajera que se pronostica como rutina indefinida...
Mientras tanto, pinto, cocino, pienso, creo, reflexiono y canalizo todo lo que más puedo...
Por las dudas de que este amor siga escondiéndose en lugares donde aún no me animo a hurgar...

1 de enero de 2011

Año Feliz

Hacer que las cosas cotidianas parezcan extraordinarias, parece ser la clave para que la felicidad rodee cada día de nuestras vidas...
Lo nuevo siempre tiene olor a esperanza, a fé y a confianza...
Con esfuerzo, certeza y valor podemos llegar...
Animensé a cumplir todos sus sueños...
El Universo no juzga: conspira a favor de lo que deseamos...



¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!