25 de noviembre de 2009

Soñar no cuesta nada...

Hace dos noches que sueño con el mismo hombre. Un desconocido. O al menos lo es en mi conciencia. No logro recordar su cara nítidamente.
Sólo me habla, me hace reír como loca y no para de mirarme todo el tiempo.
Una mirada que me intimida y que sin embargo me seduce hasta el punto de quedarme muda, y con cara de fan enamorada.
Y esas dos noches continuas que me despierto exactamente a las 6:02 a.m.
Se me ocurren algunas hipótesis.
Confío en el imaginario y apuesto a mis creencias.
Pululan datos que podrían estar conjeturándose en el espacio que me permiten espiar de qué se trata, al menos de madrugada.
De paso, sigo condimentando los días con imágenes de ensueño y deseos de realidad para que el hombre de mis sueños aparezca a la vuelta de la esquina.

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