11 de noviembre de 2009

No te pienso atender

A ver si después de meses de llantos, intentando encontrar respuestas a su ausencia, queriendo olvidar palabras, imágenes, perfumes, sabores, abrazos y caricias...
Si después de que me haya faltado el respeto, roto la confianza, quitado la respiración y mutilado la esperanza...
Pensará que aún después de haber pasado tanta agua bajo el puente, yo soy la misma que él conoció y pretende que lo atienda por teléfono para charlar... ¿de qué?
¿QUÉ QUIERE? Así en mayúsculas, transformando mi cara en una síntesis de desenfreno e ironía...
Acaso querrá que vuelva a escuchar sus interminables charlas llenas de dilemas y crisis existenciales? ¿O será que volvió a separarse y está roto en mil pedazos, entonces otra vez quiere que lo ayude a juntar las piezas de su rompecabezas para cuando esté acomodado y ordenado me de las gracias a través de un simple y miserable e-mail y se vaya por la misma puerta por la que entró a compartir su felicidad con una mujer que, por supuesto, no soy yo?

¡CHOTO! Andá a terapia, que para eso tantas personas estudian año tras año y se reciben de psicólogos. O comprate un perro y sacalo a pasear.
Escribí un libro, plantá un árbol o tené otro hijo.
Hacé un viaje sin pasaje de vuelta.
O simplemente dejame de hinchar las pelotas!!!!!

Que se haga cargo y que no pida piedad.
Que asuma las consecuencias. Y que recoja él solito su propia siembra.
Esta vez elijo yo.
Que se entere.

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