26 de noviembre de 2009

Primer dato

6:03 a.m. Un minuto más tarde que las mañanas anteriores.
Y una hora antes de la que debería levantarme para ir trabajar.
Rápidamente recuerdo al hombre de mi sueño.
Recuerdo más objetos y algunas imágenes revolotean por mi conciencia.
Me esfuerzo para volverme a dormir y continuar el sueño, a la vez que intento permanecer despierta para no olvidar detalles.
Esta vez hay un auto, negro, grande y bastante ostentoso.
No soy entendida en modelos automovilísticos, pero estoy segura que ni se aproxima al anhelado Twingo.
El hombre está manejando ese auto negro y claramente se acerca hacia mí.
Yo estoy frente a él, en una especie de callecita con adoquines y casitas bajas.
Me sonrío cuando lo veo venir. Un claro síntoma de felicidad por su presencia.
Pero el reflejo del sol no me deja ver por el vidrio del parabrisas con facilidad y una vez más, su rostro se camufla y no puedo reconocerlo.
Y ahí es cuando me despierto. Justo un minuto después que la mañana anterior.
Este sueño me intriga. Hacía años que no soñaba de manera tan recurrente.
Pienso despierta y hasta el momento no conozco a nadie con semejante auto.
Mientras tanto, espero ansiosa que llegue la noche y presto atención en cada esquina.

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