12 de octubre de 2009

Una quincena de años...

Hoy tuve un feriado social con mis buenas amigas. Preparé almuerzo para dos y a la tarde sumamos una más a la ronda de mates y muffins de chocolate y nueces recién horneados... Muchas risas, bastante análisis, algunos planes, sinceros intentos de resolver algunos problemas que afectan, principalmente, a nuestra generación... y cero estudio, pero sin culpas.
Y entre tantas cosas para contar, recordamos a nuestros primeros amores... esos que surgieron cuando estábamos transitando la transformación de niñas a adolescentes, cuando el pelo no era ni lacio ni enrulado, cuando el cuerpo experimentaba cambios inexplicables que sumado a una época de moda casi nefasta, intentábamos gustarle a ese chico que nos hizo conocer las (maravillosas) mariposas en la panza cada vez que lo veíamos...
Y afortunadamente volví a recordarlo a él, a Carlos Salas, mi primer amor imposible en los inicios de mi adolescencia...
Tres años escrbiéndole cartas de amor y poemas empalagosos; cientos de llamadas por teléfono, mensajes en el contestador, chocolates para la semana de la dulzura, regalos de cumpleaños y hasta canciones de amor dedicadas en la radio...
Y hoy, después de más de quince años me di cuenta que sólo una vez tuve la oportunidad de verlo a la distancia del "face to face" y escucharle la voz en vivo y en directo, una sola ocasión en tres años para reconfirmar el verde de los ojos que siempre me miraron como la "vecinita de enfrente", pero que me dieron la fortuna de haber conocido por primera vez el desenfreno del amor...
Donde quieras que estés Carlos Salas, gracias!!
Fue maravilloso...

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