20 de octubre de 2009

El secreto en sus ojos...

Por supuesto que no aguanté demasiado tiempo para conocer cuál era el secreto oculto que aquél muchacho que conocí en el colectivo quería contarme...
Así que después de dar ciento cuenta y cinco mil vueltas, decidí enviarle un mensaje de texto al número que escribió en una esquinita de hoja. La verdad que no sabía cómo encaralo, ni qué escribirle o si se iba a acordar de mí...
Quería escribir algo original, pero que no fuera cursi... Y como no soy amante de las estrategias a la hora de encontrarse naturalmente con la gente, escribí simple, sencillo, con mis palabras (como me decían en la escuela)
Obtuve respuesta casi, casi al instante... El rington del celular avisando un nuevo mensaje me causó algunas cosquillas nerviosas en la panza, robándome una nueva sonrisa. Él también fue claro y concreto: ¿te parece cenar juntos el viernes?
Al principio me pareció un tanto desesperado (mi abuela diría que no hay nada que me venga bien) Pero eneguida me di cuenta que no hay muchas vueltas para darle al asunto, que ya estamos grandes para la calesita y que tanto giro y giro, aburre y marea...
Así que mi respuesta, fue un "me encantaría" con olorcito a sí rotundo, pero coqueto.
Después de un rato largo, y empezar a imaginar en qué me pongo, dónde nos encotraremos, si me gustará cuando vuelva a verlo y hasta cerrar los ojos con fuerza para recordar nuevamente su cara, me di cuenta que recién hoy es martes... ¡¡En cuatro días pueden pasar tantas cosas!!
Cuando estaba saliendo de la muestra de arte de mi amiga Laura, recibí un nuevo mensaje de Hernán con su dirección de mail sumado a un mensaje claro, animado y despejado: falta mucho para el viernes, no? :)
Al llegar a casa lo agregué en mis contactos y casi al instante, apareció una ventanita de chat con una foto de sus claros y profundos ojos azules, diciendo hola.
Todavía seguimos charlando.

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