14 de octubre de 2009

Decreto Siesta

En un día como hoy, creo que estaríamos todos de acuerdo en que no habría mejor actividad que dormir la siesta, tapados hasta el cuello, asomando los ojitos entreabiertos y somnolientos por el borde de las sábanas para chusmear qué escena de una película "romati-maricona" emiten por decimo cuarta vez en la tele...

Demás está mencionar lo difícil que resulta levantarse de la cama mullida y calentita cuando el despertador suena a las 7 a.m. y se oye desde afuera, la suave llovizna que golpea las hojas de los árboles y logra parecerse a una reconfortante canción de cuna...

Afortunadamente, todas las mañanas trabajo de una profesión que me encanta y divierte tanto que fue sencillo iniciar la ceremonia matutina con destino a Palermo Soho...

Pero admito que es inevitable que la energía se transforme a medida fui me fui peribiendo cada vez más frenada y detenida por un tránsito Imposible (con mayúscula) en la Ciudad de Buenos Aires. ¿De dónde salen tantos autos las mañanas de lluvia? O será que en estas ocasiones se cumple la teoría de que como a la mayoría de la gente le resulta tan difícil iniciar su jornada en un día gris, lluvioso y frío (que raramente parece primaveral), el resto del engranaje que suele funcionar con normalidad también se atrasa y pone más lento...

Lo cierto es que debemos recordar y hacer caso al refrán "al mal tiempo buena cara" y encarar con la mejor de las actitudes nuestro día...

¿Acaso no sabés que el universo no sería el mismo sin el aporte de nuestro trabajo? Nuestra contribución también es fundamental en un día de lluvia. Logremos transformar la energía del 99% de humedad, pelo indomable y fiaca concentrada y entre todos hacer que la próxima mañana que nos despierte la lluvia golpeando sobre las hojas de los árboles, logremos reflejar el sol en nuestras miradas.

¡Qué poética! Debe ser la lluvia...

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