18 de febrero de 2010

Fé de...

El despertador volvió a sonar temprano.
Y no precisamente para ir a la playa a disfrutar de un día de sol...
Con apenas tres horitas de sueño, cual siesta de verano, me levanté antes de las 8 a.m y enseguida sentí cómo la rutina se apropiaba de mi ser con total naturalidad...
Desayuné casi a la fuerza, me vestí y salí al mundo...
Admito haber sentido una mezcla de nervios y vértigo que se mantuvo durante todo el viaje a la escuela y que mágicamente se desvaneció cuando volví a subir las escaleras de Amapola y me reencontré con una parte de mí...
Reemplacé el vértigo por adrenalina y los nervios por ansiedad, que aumentaron cuando entré a la que será mi aula el resto del año y me paré frente a los veintitrés bancos (aún) vacíos...
El mismo efecto que causaban las navidades junto a mis primas, esperando que sean las doce para abrir los regalos...
Fue como volver a mi casa...
Y me sentí feliz...
Felicidad, empieza con fé...
Fé, de que lo mejor siempre está por venir...

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