10 de febrero de 2010

El tren se va...

Cuántas veces escuché la frase "el tren pasa sólo una vez" y la creí tan metafórica como ridícula...
Pensando más que nada en que si la ocasión concreta forma parte del destino de cada uno, las señales del universo se repetirán cuantas veces sean necesarias para que de una vez por todas nos demos cuenta y las tomemos como propias...
Me suele pasar que cuando algunos de esos signos parecen estar al alcance de mis manos, me cuesta definir si no los estaré idealizando o si están siendo manifestados en otras personas, que a primera impresión parecen estar tan lejos de mi camino...
¿Actúo con prejuicios? Posiblemente.
Pero me sucede que en cuestión de horas, el timón del barco gira de tal modo que comienza a ir en una dirección diferente...
Y me prendo. Me dejo llevar a un desvío, un anexo o un tal vez un nuevo e imprevisible rumbo...
Creo que si alguien se cruza en mi camino, es para algo: para aprender, conocer, enseñar, compartir, VIVIR...
Todas son señales.
Las palabras, los gestos, las miradas, las sonrisas...
Lo dicho y lo callado...
La conexión entre personas, incluso desconocidas, es un signo vital, necesario e irremplazable...
Todo tiene una recompensa, pero no siempre es inmediata.
Me reconforta saber que los encuentros más importantes ya han sido planeados por las almas, incluso antes de que los cuerpos se hayan visto...
Lo difícil será asumir y aceptar que dejé pasar una oportunidad... sabiendo que quizás no vuelva a repetirse...
Mi tarea entonces estará en que pueda reciclar y convertir eso que por algo "no pasó", en un suceso gratificante... y sobre todo, en una señal para no dejar pasar en una nueva ocasión...

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