10 de febrero de 2011

Reciclar

Volví a soñar con el dueño de aquel auto negro que tanto me intrigó hace un tiempo atrás.
La dinámica volvió a ser similar, porque no logré visualizar los rasgos de su cara.
Pero estaban sus manos tibias, suaves, blancas, prolijas y generosas que me rascaban la espalda mientras yo estaba recostada en un futón verde y le contaba sobre un viaje que tengo en mente hacer en unos meses...
También soñé que entraba al Gran Hermano y que me la pasaba cocinando para todos los integrantes bajo la amenza de que me iban a hacer la fulminante; también que aparecía un Twingo color negro con un moño violeta en la puerta de mi casa con una cartel diciendo que era un regalo para mí, pero cuando me subía no tenía los pedales para manejar entonces debía avanzar con los pies...
Estos como tantos otros sueños "locos" que se gestan gracias a las interminables horas de siesta que estoy aprovechando al máximo en los últimos días libres, me hacen percibir que necesito poner pronto mi cerebro en acción.
Por lo pronto, llené tres bolsas de consorcio con papeles de todos los gramajes, tamaños ycolores; apuntes viejos de la facultad, fotos inmostrables, cartas que nunca más voy a leer y tantas otras cosas, que estaban ocupando un lugar inmerecido en la biblioteca y en mi habitación.
Si se va lo viejo, viene lo nuevo.
Y será muy bienvenido.

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