28 de febrero de 2011

¡Hay equipo!

Comenzar un nuevo ciclo, siempre precipita expectativas y renueva las esperanzas.
Y cuando ese sentimiento se comparte con cada integrante del equipo de trabajo, la sensación de haber acertado en el camino elegido, se potencia y se fortalece.
Sentirse contenida y acompañada en una tarea tan significativa como la educación, trasciende los límites imaginados y pone la sangre en estado de ebullición.
Me emociona ver a los chicos formados en el patio, con restos del bronceado de las vacaciones y las zapatillas blancas...
Me conmueve entonar las estrofas de mi himno nacional y ver a los del último año izar la bandera; me estremece escuchar las palabras de bienvenida para darle inicio formal al primer día de clases y advertir cientos de ojos húmedos de emoción.
Y ni qué decir la adrenalina que me produce descubrir a quienes serán mis alumnos durante los próximos nueve meses.
Todos los años es una versión mejorada de la anterior porque vuelvo a elegir esta profesión como mi trabajo cotidiano...
Puedo sentirme una privilegiada de estar donde quiero y como quiero...
Sólo cuando este sentimiento se esfume y se convierta en un lejano recuerdo, tomaré la sabia decisión de cambiar el rumbo y despedirme de una vieja pasión...

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