8 de enero de 2010

Ciudad de la furia

Al final, anoche me quedé a dormir en Ranelagh y esta mañana temprano (antes de que el sol me reviente la paciencia) partí rumbo a los buenos aires porteños.
Tenía algunos trámites que hacer y aproveché el tiempo antes de volver a casa...
Estuve (inevitablemente) por el centro, donde se pone más pleno centro que nunca.
Ahí justito por donde se cruzan las peatonales, por donde la gente camina y atropella, por donde todo está medido por el tiempo límite... Justo ahí por donde menos quería estar...
Por suerte fue rápido yterminé antes de lo previsto con los trámites del banco y decidí almorzar para no deprimirme mirando vidrieras en medio del caos.
Elegí un lugar con sillones cómodos y aire acondicionado a temperatura antártica para revetir el mal humor que provocó el mini tour.
Me quedé un rato leyendo, otro observando gente y otro rato más escuchando música en el MP4.
Volví camino al andar para llegar puntual a terapia: el único verdadero espacio que es sólo para mí; el mejor ejercicio para escucharme en voz alta decir todas aquéllos pensamientos que giran sin parar en mi cabeza y tantas veces me marean; el mejor antídoto contra la amnesia y la falta de criterio; el remedio más eficiente para empezar a hacerme cargo, asumir y aceptar.
Qué difícil se me pone a veces...
Pero qué bien me hace...

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