6 de febrero de 2012

Somewhere only I know

En apenas algunas horas, tomo un vuelo directo que me traslada a uno de los pocos lugares  que conozco donde he logrado conectar mis emociones con la naturaleza, la paz interior y los sueños de proyectar una vida alejada de la locura porteña: Puerto Madryn.
Además, tengo la oportunidad de celebrar la primer década en la que supuse que el Sur me  estaba guardando un lugar para reencontrarme conmigo misma a pesar de todo y de todos...
Aquel enero de 2002 hice el primer viaje acompañada por mi mamá, con la ilusión de poder quedarme por aquellos pagos a trabajar como maestra en algún colegio de la zona...
El viaje en micro duró más de veinte horas... 
No sabía en qué posición acomodarme para estirar el metro de piernas que "dios" me dio...
En esa época desprovista de tecnología, me acompañaba un walkman viejísimo que me había comprado con uno de mis primeros sueldos del call center. 
Uno para mí y otro igual para mi hermana...
Entonces, cuando me aburría de ver películas en la diminuta televisión del micro, la música me evadía de los ruidos y conversaciones ajenas...
Si ahora cerrara los ojos, aún logro recordar a la perfección el momento en el que mi mamá me despertó avisándome de que ya se podía visualizar nuestro destino desde la ventanilla...
Ni bien descorrí la cortina proveedora de sombra para una nueva siesta, me encontré con un paisaje soñado colmado de un inmenso mar azul frente a una tímida ciudad en crecimiento...
Fue inevitable emocionarme frente a semejante belleza y al mejor estilo película de Hollywood, donde los pensamientos siempre se acompañan de sinfonías estremecedoras, en el lado A de aquel cassette se deslizaba la sexta canción: "Sueños" (deja que tus sueños sean como olas que se van, libres como el viento en mitad del mar...)
Mis inexpertos veintitrés años impidieron que aquel sueño de maestra rural se concretara, pero lograron dejarme la maravillosa experiencia de una de las primeras conexiones conmigo misma...
Durante ese año se gestaron varios de los cambios decisivos en mi vida y hoy, diez años después casi sin pensarlo, como una obra perfecta del Universo, elijo finalizar unas de las mejores vacaciones de los últimos años respirando la energía del viento patagónico para así retomar un año colmado de trabajo, amor y proyectos decisivos para enfrentar una nueva etapa de mi vida...
El tiempo que vale, sólo lo marca el latido de mi corazón...



Primera visita a Puerto Madryn - Enero 2002

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