12 de enero de 2012

Come what may...

Entre todas las cosas que me van sucediendo durante estas vacaciones porteñas, sigo dándome cuenta de cuántas son las cosas que aún debo aprender...
No sólo de mí misma, sino también en relación con los demás y el vínculo que quiero generar con las personas que aparecen en mi camino de vida...
Hay una tendencia general en la mayoría de las mujeres (con algunas variaciones, por supuesto) en generar una especie de estructura de "pensamiento mágico" donde formamos una especie de mundo ideal, con gente ideal, con relaciones ideales incluso idealizándonos a nosotras mismas en relación al contexto que imaginemos...
Pero sucede (me sucede) que al no configurar ese "esquema mental" con mi realidad, se me genera una frustración y/o insatisfacción que inevitablemente hace que termine comparando todo el tiempo mi realidad con ese pensamiento mágico al cual me ¿gustaría? aspirar...
Y en esa comparación, por supuesto, que mi realidad lleva las de perder...
Lo interesante y desafiante en esta instancia, será poner en marcha aquel mecanismo que se corresponda con apartar ese pensamiento mágico como parte de una realidad poco probable de poder llevarse a cabo y comenzar a aceptar más las situaciones en las que participo a diario (que de hecho yo misma elijo) y por sobre todo, aprender a aceptar a quienes me rodean tanto con sus defectos y virtudes...
Claro, lo de aceptar las virtudes es "pan comido"...
Parte del nuevo aprendizaje es enfrentarse con esa parte del otro que no me gusta tanto o no se corresponde con mi pensamiento mágico y hacerlo parte de mi realidad como algo genuino y valioso de la persona con la cual elegí compartir cierto momento de mi vida...
Se me ocurre que con la pareja, esta situación se debe poner de manifiesto a cada momento, sobre todo cuando termina esa etapa tan divina y cautivante de enamoramiento y todo lo que hasta ese momento nos parecía especial, de repente (o mágicamente) tiende a convertirse en detestable...
Este pensamiento mágico, de mágico en realidad no tiene nada porque me dificulta la posibilidad de disfrutar y sentirme contenta con lo que tengo y me deja siempre centrada en aquello que me está faltando...
Pero para poder aceptar al otro, al nuevo, al elegido, primero es necesario autoaceptarme y a "engordar" (por decirlo de alguna manera) mi autoestima, desarrollando mis características positivas, potenciándolas y haciéndolas crecer...
Después de todo, yo soy la suma de todos mis acontecimientos históricos.


Hoy me inspiré escuchando "Come what may", un tema más que recomendable para pensar en un nuevo amor, pase lo que pase...

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