15 de enero de 2012

Cartas amarillas

Hoy fue un sábado atípico...
No hubo limpieza, ni ordenamiento de ropa, ni mucho menos tareas relacionadas a lo laboral. Recibí una invitación sorpresiva y estuve todo el día en el campo, reunida con gente querida...
Entre una charla y otra, salió el tema de las "nuevas" formas de relacionarse que tienen las nuevas generaciones de jóvenes, de cómo se comunican y que de alguna manera se ponen en evidencia frente al resto de una sociedad que se presenta confundida en cuanto a los códigos que utilizan para dar a conocer sus ideas... 
Por un momento tuve un flashback y volví a mi adolescencia, dándome cuenta que si bien cambiaron los códigos la pasión para relacionarse es muy parecida aunque cambien las modas...
Recordé en carne propia la adrenalina y el "eclipse de corazón" que me provocó estar enamorada a los diecisiete...
Aquellas tardes enteras escuchando los lentos grabados de la radio en un casette de 90 minutos (jajaja) que me hacían pensar en ese chico que "me quitaba la respiración"... 
Y en cómo todo ese sentimiento casi exagerado, lo podía volcar en las cartas que escribía pensando en ese muchachito que me hacía temblar creyendo que sería mi "único y gran amor" para toda la vida...
Entonces lo primero que hice cuando llegué a casa, fue buscar las copias de las cartas que guardé con tanto orgullo y que a pesar de ser inéditas y genuinas, también alguna vez fueron fuente de inspiración para que alguna de mis amigas pudiera comunicar su amor... 
Y qué placer fue reencontrarme con esa letra "adolescente" que impregnada en un papel amarillo aún conserva la pasión de aquellos años...
Incluso pude recordar los momentos en las que las escribí: en la escuela durante algún recreo o en una de esas madrugadas de desvelo mientras tomaba mate junto a mis amigas intentaba arreglar el mundo desde la cocina de la casa de mi abuela, como si fuera nuestro refugio secreto...
Pero más allá del hermoso recuerdo emotivo, sentí cierta melancolía por estar desconectada desde hace tanto tiempo con esa pasión desbordada, sin lógica ni coherencia que implica escribir una carta de amor...
No sé si las experiencias vividas durante esta segunda mitad de vida hicieron que me vuelva un poco más racional, más fría, más escéptica o menos vulnerable frente al amor, el romanticismo y las emociones desmedidas...
Desconozco los motivos por los cuales de a poco dejé de escribir esas cartas de amor...
Y es por eso que durante esta nueva y reciente búsqueda interna, pretendo recuperar al menos una parte de esas emociones que me lleven a creer nuevamente en que sentirme reflejada por la mirada del hombre elegido, tiene un sentido auténtico para seguir fortaleciéndome como persona... de que todo lo que realmente necesito, es amor...

Popurrí de cartas de amor adolescente

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