5 de agosto de 2011

El regreso

Pasé. Vi luz y entré.
Aunque no sé por cuánto me quedo...
Hoy estoy bien. Pero hace unos meses tenía unos rollos.
Los de la cabeza no me importaban porque los tapaban los rulos.
Pero los de la cintura (los de la zapán) ya no tenía cómo taparlos.
Así que tomé una gran decisión.
Me corté el pelo, lo aclaré y me compré ropa nueva para renovar el placard.
Salí al mundo como nueva.
A ese que me estaba esperando hacía rato para sacudirme de una vez el polvo acumulado después de tanto encierro.
Y me dio una espléndida bienvenida.
Me encontré en los espacios que deseaba. Con la gente que me valoraba y agradecía mi vuelta.
Tuve reencuentros con amigas que hacía meses e incluso años no veía.
Celebré uniones memorables y fui testigo de enlaces para toda la vida posible de vivir...
Aprobé el curso de autoseducción con excelentes calificaciones.
Y ahora voy por más.
Quiero un posgrado en la materia.
No me conformo con poco, eso ya es sabido...
Cuando tengo el poder, domino cantidades de cosas.
Todas aquéllas cosas que realmente quiero dominar.
Saber cuáles son, es otra cosa de la que como siempre sigue ocupándose mi glorioso "diván" de forma quincenal...
En esta nueva etapa pienso que es importante incorporar el buen humor y la capacidad para reírme de mí misma frente a las cosas que a esta altura ya no se pueden cambiar.
Como por ejemplo, mis dedos arrugados.
Es en este preciso instante que me surge la necesidad de desarrollar en plenitud mis características positivas, potenciarlas, hacerlas crecer y, al mismo tiempo, inhibir o hacer que se noten de la mejor forma todos los aspectos negativos que pueda tener.
Si intentara disfrazar mi autoestima con agresividad, prepotencia o una falsa seguridad, probablemente volvería a desmoronarme frente a la primera decepción o el primer conflicto.
Vuelvo a la ruta.
Retomo el camino después de un desvío provocado por una de esas cosas de la vida.
Lo mejor, siempre está por venir...

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