Me ha pasado tantísimas veces que cuando las cosas no me salen con el resultado que esperaba, la desilusión me envuelve en una especie de nube espesa y apretada, de la cual pretendo mágicamente despertar como si tan solo se tratara de un "sueño", de algo irreal e intangible, sólo para enmendar los errores y revertir la historia a mi propio antojo...
Así es como durante días enteros, hay ecos de mis propia voz dentro de mi cabeza que retumban con frases tales como: "Hubiera hecho del otro modo", "por qué no dije eso otro", "hubiera pensado más en cual otra cosa...", "por qué no me habré dado cuenta de eso antes..."
Y la retórica de las preguntas es porque siempre trabajo para obtener resultados positivos, porque siempre quiero ganar y que todo salga impecable.
¿O acaso a alguien le gusta perder?
Después de otros tantos días (a veces más de lo querido) las voces se van callando y logro pensar en frío, analizar lo sucedido, aceptar la derrota y darme cuenta de cuáles son las cosas que deberé reparar para no repetirlo en un futuro...
Y cuando divago en esa exploración, lo más objetiva posible, me amigo con ese error, con esa experiencia negativa, dejo de culparme y cargarme con las imperfecciones...
Así es como me detengo en la frase que "de los errores también se aprende..." y no sé si más que de los aciertos...
Porque estratégicamente tampoco se puede repetir incesablemente la misma fórmula del éxito...
El entorno cambia, las oportunidades se acercan o no, dependiendo de los planes que tenga...
Y esas intenciones deben incluir variables para los desvíos: el famoso plan B para ejecutar en el momento preciso, y que también me conforme lo suficiente para alcanzar esas expectativas... pero de un modo diferente...
El tiempo no puede volver atrás. No se puede resucitar a los muertos. No se puede volver a patear el penal... No se puede retroceder para doblar... simplemente, no puedo volver atrás.
Sólo me queda mirar para adelante. Con la frente alta, haciéndome cargo de los errores y las caídas, resurgiendo desde las equivocaciones para convertirlos en un nuevo camino, con una nueva y clara mentalidad, teniendo presente los desatinos para no volver a copiarlos.
Si no sanamos nuestro pasado, estamos condenados a repetirlo...
Hoy es tiempo de dar vuelta la página. Porque un tropezón no es caída....
El futuro está adelante.
Y nos espera...
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