5 de julio de 2010

No hay vuelta atrás

Me ha pasado tantísimas veces que cuando las cosas no me salen con el resultado que esperaba, la desilusión me envuelve en una especie de nube espesa y apretada, de la cual pretendo mágicamente despertar como si tan solo se tratara de un "sueño", de algo irreal e intangible, sólo para enmendar los errores y revertir la historia a mi propio antojo...
Así es como durante días enteros, hay ecos de mis propia voz dentro de mi cabeza que retumban con frases tales como: "Hubiera hecho del otro modo", "por qué no dije eso otro", "hubiera pensado más en cual otra cosa...", "por qué no me habré dado cuenta de eso antes..."
Y la retórica de las preguntas es porque siempre trabajo para obtener resultados positivos, porque siempre quiero ganar y que todo salga impecable.
¿O acaso a alguien le gusta perder?
Después de otros tantos días (a veces más de lo querido) las voces se van callando y logro pensar en frío, analizar lo sucedido, aceptar la derrota y darme cuenta de cuáles son las cosas que deberé reparar para no repetirlo en un futuro...
Y cuando divago en esa exploración, lo más objetiva posible, me amigo con ese error, con esa experiencia negativa, dejo de culparme y cargarme con las imperfecciones...
Así es como me detengo en la frase que "de los errores también se aprende..." y no sé si más que de los aciertos...
Porque estratégicamente tampoco se puede repetir incesablemente la misma fórmula del éxito...
El entorno cambia, las oportunidades se acercan o no, dependiendo de los planes que tenga...
Y esas intenciones deben incluir variables para los desvíos: el famoso plan B para ejecutar en el momento preciso, y que también me conforme lo suficiente para alcanzar esas expectativas... pero de un modo diferente...
El tiempo no puede volver atrás. No se puede resucitar a los muertos. No se puede volver a patear el penal... No se puede retroceder para doblar... simplemente, no puedo volver atrás.
Sólo me queda mirar para adelante. Con la frente alta, haciéndome cargo de los errores y las caídas, resurgiendo desde las equivocaciones para convertirlos en un nuevo camino, con una nueva y clara mentalidad, teniendo presente los desatinos para no volver a copiarlos.
Si no sanamos nuestro pasado, estamos condenados a repetirlo...
Hoy es tiempo de dar vuelta la página. Porque un tropezón no es caída....
El futuro está adelante.
Y nos espera...

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