23 de julio de 2010

Mar adentro

Esta mañana me levanté a la misma hora que suelo hacerlo para ir a trabajar: pero en otra habitación.
Desayuné a la misma hora que suelo hacerlo cuando voy a trabajar: pero cambié el menú.
Me subí a un colectivo parecido al que suelo viajar cuando voy a trabajar: pero cambié de rumbo.
Se escuchaban murmullos en otros idiomas, el paisaje fue diferente, y el mar estuvo a mi derecha durante todo el camino.
Después de algunos kilómetros, llegamos a la Playa El Doradillo para ver las primeras ballenas despertarse en una mañana fría y nublada... y de ahí, directo Península de Valdés.
La segunda parada fue en Puerto Pirámides, donde nos embarcamos para hacer el avistaje.
El sol seguía escondido entre las nubes, pero el viento nos dio una mano para que el viaje fuera de lo más placentero.
Nada de todo lo que había leído sobre ellas, fue lo que recordé en el momento de su aparición más cercana. Nada de todo lo que los guías hablaban y comentaban fue tan importante y significativo como la emoción que sentí durante la hora y media que duró el avistaje.
Me resulta casi imposible describir con palabras las sensaciones que experimenté en ese momento; fue tanta la emoción que se desbordaba desde mi pecho, que sólo unas cuántas lágrimas de felicidad lograron comunicar mis verdaderos sentimientos...
Sin dudas, que son las reinas danzantes del mar.
Qué más puedo decir...
Qué otra cosa puedo pedir...

1 comentario:

  1. Que placer leerte!!!
    Lo hicimos con Sofi y Cata!!
    Te mandamos muchos besos para vos y las bailarinas del mar!!!
    Con amor Las chicas!

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