23 de julio de 2010

Mar adentro

Esta mañana me levanté a la misma hora que suelo hacerlo para ir a trabajar: pero en otra habitación.
Desayuné a la misma hora que suelo hacerlo cuando voy a trabajar: pero cambié el menú.
Me subí a un colectivo parecido al que suelo viajar cuando voy a trabajar: pero cambié de rumbo.
Se escuchaban murmullos en otros idiomas, el paisaje fue diferente, y el mar estuvo a mi derecha durante todo el camino.
Después de algunos kilómetros, llegamos a la Playa El Doradillo para ver las primeras ballenas despertarse en una mañana fría y nublada... y de ahí, directo Península de Valdés.
La segunda parada fue en Puerto Pirámides, donde nos embarcamos para hacer el avistaje.
El sol seguía escondido entre las nubes, pero el viento nos dio una mano para que el viaje fuera de lo más placentero.
Nada de todo lo que había leído sobre ellas, fue lo que recordé en el momento de su aparición más cercana. Nada de todo lo que los guías hablaban y comentaban fue tan importante y significativo como la emoción que sentí durante la hora y media que duró el avistaje.
Me resulta casi imposible describir con palabras las sensaciones que experimenté en ese momento; fue tanta la emoción que se desbordaba desde mi pecho, que sólo unas cuántas lágrimas de felicidad lograron comunicar mis verdaderos sentimientos...
Sin dudas, que son las reinas danzantes del mar.
Qué más puedo decir...
Qué otra cosa puedo pedir...

22 de julio de 2010

Sol y mar

El día amaneció con un sol brillante. Ideal para aprovechar el aire libre y caminar por la orilla del mar…
La noche anterior había compartido un asado dentro del Hostel para empezar a socializarme de a poco: un mexicano, un francés hablando en "gallego", un grupo jóvenes brasileños muertos de frío, lugareños patagónicos, marplatenses y porteños. Todos juntos, tomando vino y comiendo la deliciosa carne argentina, vegetales asados, ensaladas y un vino tinto para aplacar el frío...
De todos modos, dentro del hostel es posible andar en remera del calor que hace... Y lo mismo sucede en las habitaciones: un verdadero placer.
El despertador del celular sonó quince minutos antes de las 9 a.m. y después de un suculento desayuno, me vestí con la ropa adecuada para soportar el viento patagónico frente al mar y salí rumbo a la playa del golfo.
Pero no estuve sola. Gaby, una compañera de habitación, geminiana y un tanto loca como yo, que desde el primer día que nos vimos no paramos de hablar y compartir actividades, me acompañó para disfrutar del paisaje. Y así fue como tuvimos una caminata ventosa pero muy cálida, gracias al solcito pegándonos en las espaldas…
La “brisa” nos dio un hambre casi voraz, así que paramos en el Hostel para comer algo, descansamos un ratito y otra vez al ruedo.
Esta vez, cambiamos el rumbo y hasta El Indio no paramos. Visitamos el Ecocentro, nos sacamos fotos y regresamos caminando por la avenida costanera. Unos cuantos kilómetros en unas pocas horas...
Así que nos pareció oportuno regalamos un cafecito en Havanna para recuperar energías antes de volver al Hostel otra vez a descansar.
Mañana me voy de excursión todo el día y necesito fuerza.
Cambié la tele por la novela “El psicoanalista”, que por ahora coincide con la recomendación que me dio el encargado de Yenny, donde compré el libro antes de embarcarme...
Estoy de vacaciones.
Y lo estoy pasando realmente muy bien.

21 de julio de 2010

Habitación 27

Señores pasajeros: Andes Líneas Aéreas les anuncia que estamos descendiendo para aterrizar a la ciudad de Puerto Madryn...
La tempratura en tierra es de 7ºc.
Por favor continúen con sus cinturones abrochados y...
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Y no escuché más nada...
Mientras tanto, pispiaba por la ventanilla a las ballenas recibiéndome con sus danzas acuáticas...
Y aquí estoy. De vacaciones otra vez. Y otra vez en el sur...
Aproveché la tarde nublada y me fui a caminar por la playa...
Y ahí estaban ellas, mostrándose... como reinas... ¡Las reinas del mar!
El hostel, divino. La habitación es enorme y la comparto con cuatro chicas más, todas de Buenos Aires...
De todos modos, como me dijo Fer (al que le di toda la razón del mundo), la onda del lugar se la pone la gente... Y por ahora viene muy tranquilo. Me dejé llevar por las apariencias, que por cierto son muy buenas.
Parece que en vacaciones de invierno hay otra onda...
Todavía no la descifré...
El tiempo dirá...
Estoy agotada!! La caminata por la orilla del mar, es el mejor relajante...
Mañana será otro día...
Y Puerto Madryn me espera!!!

5 de julio de 2010

No hay vuelta atrás

Me ha pasado tantísimas veces que cuando las cosas no me salen con el resultado que esperaba, la desilusión me envuelve en una especie de nube espesa y apretada, de la cual pretendo mágicamente despertar como si tan solo se tratara de un "sueño", de algo irreal e intangible, sólo para enmendar los errores y revertir la historia a mi propio antojo...
Así es como durante días enteros, hay ecos de mis propia voz dentro de mi cabeza que retumban con frases tales como: "Hubiera hecho del otro modo", "por qué no dije eso otro", "hubiera pensado más en cual otra cosa...", "por qué no me habré dado cuenta de eso antes..."
Y la retórica de las preguntas es porque siempre trabajo para obtener resultados positivos, porque siempre quiero ganar y que todo salga impecable.
¿O acaso a alguien le gusta perder?
Después de otros tantos días (a veces más de lo querido) las voces se van callando y logro pensar en frío, analizar lo sucedido, aceptar la derrota y darme cuenta de cuáles son las cosas que deberé reparar para no repetirlo en un futuro...
Y cuando divago en esa exploración, lo más objetiva posible, me amigo con ese error, con esa experiencia negativa, dejo de culparme y cargarme con las imperfecciones...
Así es como me detengo en la frase que "de los errores también se aprende..." y no sé si más que de los aciertos...
Porque estratégicamente tampoco se puede repetir incesablemente la misma fórmula del éxito...
El entorno cambia, las oportunidades se acercan o no, dependiendo de los planes que tenga...
Y esas intenciones deben incluir variables para los desvíos: el famoso plan B para ejecutar en el momento preciso, y que también me conforme lo suficiente para alcanzar esas expectativas... pero de un modo diferente...
El tiempo no puede volver atrás. No se puede resucitar a los muertos. No se puede volver a patear el penal... No se puede retroceder para doblar... simplemente, no puedo volver atrás.
Sólo me queda mirar para adelante. Con la frente alta, haciéndome cargo de los errores y las caídas, resurgiendo desde las equivocaciones para convertirlos en un nuevo camino, con una nueva y clara mentalidad, teniendo presente los desatinos para no volver a copiarlos.
Si no sanamos nuestro pasado, estamos condenados a repetirlo...
Hoy es tiempo de dar vuelta la página. Porque un tropezón no es caída....
El futuro está adelante.
Y nos espera...