31 de mayo de 2010

Que nadie sepa mi sufrir...

De a poco vuelvo a ruedo, sin dejar la inevitable rutina de todos los días...
No voy a ser monotemática, reiterativa ni mucho menos aburrida contando cuáles fueron mis penas durante este último tiempo...
Poner en la balanza ciertas cosas y algunas personas, es necesario...
Descartar y reciclar, es imprescindible...
Renovarse y renacer, es vital...
La energía mueve, cambia, y transforma...
Sólo hay que encontrar la manera de lograrlo y saber escucharse a uno mismo...
Póngalo en práctica.
Se puede.
Buena semana para todos!

24 de mayo de 2010

SUN-DAY

En el último tiempo, los domingos se parecen a cualquier otro día de la semana, con la excepción maravillosa que duermo hasta que se me dé la gana...
Algunos meses atrás, el domingo era un día que me parecía triste, aburrido, gris y melancólico...
El día de la semana que más me hacía recordar el vacío de las sensaciones que hacía tiempo anhelaba...
Hoy ya no sé si quiero lo mismo que ese tiempo atrás...
Tampoco confío en creerme preparada para vivirlo, transitarlo y hacerlo parte de mi rutina...
Así que en vez de padecer con empeño la impaciencia de esperar lo que aún no llega, y no sé si algún día llegará, me dedico a otras cosas que tienen que ver conmigo misma...
Es así que me encuentro transitando una de las etapas más solitarias e introspectivas que hasta el momento recuerdo; me refugio en unas babuchas, camiseta de entrecasa y pantuflas de invierno; hebilla en el flequillo (para que no se me meta en los ojos), tele, notebook, libros, cuadernos y, a veces, revistas...
De vez en cuando bajo a la cocina para buscar algún alimento, espío a Franco por la ventana, me miro de reojo en el espejo del living y otra vez subo al refugio del entrepiso, donde todos los días parecen domingos.

5 de mayo de 2010

Es preferible reír...

La risa no es la panacea, ni la felicidad, pero está muy emparentada con ésta.
Lo que parece fuera de toda duda es que ayuda a sentirse mejor.
La risa incrementa la autoestima y la confianza en uno mismo; evita la depresión y la tristeza al forzar cambios emocionales en la persona.
Es también una fórmula eficaz para eliminar pensamientos y emociones negativos es imposible reír y pensar al mismo tiempo, por lo que ayuda a combatir las enfermedades psicosomáticas.
Alivia el insomnio al producir una sana fatiga que el sueño repara con facilidad, la hipertensión, al aumentar el calibre dé los vasos sanguíneos y reparar tos músculos lisos de las arterias, reduce la presión arterial. Combate miedos y fobias y la timidez, al facilitar la comunicación entre las personas ayuda a expresar emociones y favorece los lazos afectivos.
Asimismo alivia el sufrimiento y sirve para descargar tensiones, potencia la creatividad y la imaginación.
Por otro lado puede ejercer efectos positivos contra enfermedades fisiológicas: refuerza el sistema inmunológíco, facilita la digestión, fortalece el corazón acelerando el ritmo cardíaco, mejora la respiración, ya que ta ventilación respiratoria llega al máximo cuando reímos y aumenta la actividad vital al incrementar la circulación nerviosa.
En definitiva, y como dice un viejo proverbio chino: "Para estar sano, hay que reírse al menos treinta veces al día."
¿Qué estás esperando para soltar una carcajada?

4 de mayo de 2010

Placeres

¿Llueve? Sí, mejor si llueve.
Y nadie con quien pasar la tarde.
¿Televisión? No.
¿Un libro? No.
¿Y si salimos?
¿Solas? ¡No!
Pero a ver... ¿por qué no?
¿Y el cine?
Y allí vamos, con el impermeable como indicio de que somos detectives que investigamos un caso. El nuestro.
Y sacamos la entrada y a esta hora hay poca gente y elegimos sentarnos allá al fondo, del lado del pasillo, en ese extremo al que siempre le tuvimos ganas pero que resignamos cuando vamos en pareja porque a él le gusta ver la pantalla bien de frente.
A nosotras, descubrimos ahora, nos va mejor el costado, la perspectiva, el sesgo.
Nos sacamos los zapatos, total no hay casi nadie.
La oscuridad nos guarda como un ángel que nos permite por un par de horas dejar atrás la marcha cotidiana.
Nos sumergimos en la película. Tanto y con tanta entrega, que nos parece que nunca hemos mirado tan atentamente algo.
Y cuando la palabra “fin” nos avisa que es hora de salir del cine, lo hacemos a nuestro modo. Acelerado, como para escapar, o lento, como para retener el instante. Somos libres, esta tarde, de volver a casa caminando con nuestros propios pasos.

3 de mayo de 2010

Sábanas limpias

Es lunes, maldito lunes.
El día cuyo único mérito es haberse sobrepuesto al domingo.
Es lunes y es de noche. Podemos aflojarnos.
Haber empezado la semana es mucho menos temible que estar por empezarla.
Ya estamos en carrera. Desde mañana será cuestión de abandonarnos a la inercia que hace pasar los días como si fueran cuadros de una película que protagonizamos pero cuyo argumento escribe otro. Estamos cansadas.
Nos vamos a la cama. Casi todo es mecánico los lunes.
Vestirnos, decir buen día, ocuparnos, desocuparnos, volver a casa, desvestirnos.
Pero entonces, cuando nos acostamos, las piernas se nos deslizan dóciles por las sábanas, descubriendo por ellas mismas el bienestar del roce.
El cuerpo encuentra su nido fresco y con perfume a limpio.
Los lunes nos reservan ese premio inesperado, tan pequeño que si no estamos atentas puede ir a parar a la basura a la que arrojamos todo lo que nos pasa inadvertido. Las sábanas limpias están allí para decirnos, en su lenguaje de algodón, que somos crisálidas. Es un bautismo laico y mudo que recibe nuestro cuerpo y nos introduce a la religión de las que saben dejarse acariciar.