8 de marzo de 2015

En el Día de la Mujer Mundial

Hay quienes piensan que soy una mala mujer porque alzo la voz, porque soy independiente, porque no me molesta pagar las cuentas ni abrir mi propia puerta ni comprar mis propios preservativos...
O porque no sé hacer un dobladillo (ni me interesa) porque a veces no cocino y llamo al delivery, porque salgo a trabajar, porque quiero seguir creciendo, porque aún no tengo hijos, porque aún no me he casado...
Soy una mala mujer porque me doblo pero no me quiebro, porque me sacudo las lágrimas me acomodo el escote y como puedo, con el resto de aliento que me queda, sigo para adelante...
Por eso soy una mala mujer, porque no nací sumisa, callada, quieta y frágil, sino soberbia, desafiante y estridente, porque cuando llego se nota y cuando me voy se siente.
No estoy para ser ama de casa si no se me antoja, para ser esposa devota o madre abnegada... Estoy para vivir, con quien me guste acompañar y sentirme acompañada.
Soy una mala mujer porque no me hago a la pendeja, porque estoy soltera, pero no sola, porque viajo sola y sabría Dios qué andaré haciendo, porque admito que tengo sexo y no me cuelgo un manto virginal sobre el cabello en espera del príncipe ¿azul?...
Soy una mala mujer porque varios tequilas me hacen reír mientras otros ruedan por el piso, porque tomo la iniciativa, porque a veces enciendo un cigarrillo.
Soy una mala mujer porque no me presto a interpretar papeles, porque me rompo el lomo tanto o más que cualquier hombre, porque definitivamente no aguanto boludos, porque no tolero injusticias, porque no me conformo con "lo que me tocó"...
Por eso, brindo por las malas mujeres...
Por que existan en este mundo muchas más.
¡Salud!

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