En Buenos Aires casi todo ya ha pasado de generación en degeneración...
Estamos concentrados en una pequeñísima porción de tierra, somos miles apilados compitiendo por un lugar, aprisionados en los medios de transporte, caminando por inercia por las calles plagadas de gritos mudos, llegando tarde a todos lados, combatiendo el mal humor que contamina el aire...
Somos miles disputando un piso cada vez más alto lleno de rejas, alarmas, seguridad y candados para que la realidad de nuestra patria no fuerce la cerradura de nuestra intimidad...
Desde hace un tiempo tengo la certeza de que necesito un cambio y serle fiel al ritmo de mi corazón...
Falta poco, lo presiento...
Por lo pronto, me esfuerzo en continuar apostando por las poquitas cosas que todos los días me hacen sonreír... las que hacen de combustible para un alma que quiere levantar vuelo hacia nuevos horizontes y ser libre... libre y feliz.
